-Yo no. Yo soy bien decente.
No te engañes. Todos, bueno en nuestra mayoría la cual excluye a los trabajadores del volante, tenemos esos accesos donde nuestra humanidad entiende que está perdiendo terreno en nuestra identidad y entonces lucha. Lucha por salir y generalmente lo podemos notar cuando damos, a pesar del coraje y la frustración que nos hace sentir, el paso a un peatón en una calle chica o cuando en el peor de los embotellamientos o enlatados estiramos la mano hacia el frente con la palma hacia arriba, símbolo mexicano para ceder. Son pataditas de ahogado.
Parecido a una campana de Gauss donde la variable es "Probabilidad de Encabronarse al volante dependiendo de la Edad".

La media se localiza en los 30 años y tiene una desviación de 10 años. Así, como se muestra en la gráfica, desde que cumplimos los 16 años y legalmente podemos comenzar a manejar, tenemos una probabilidad mas bien chica de enojarnos. Lo sabemos ¿no? Cuando empezamos a tomar el volante es por voluntad propia, para hacerle encargos a los demás. ¿Qué tanto te puedes enojar si vas por gusto?
Conforme la edad va avanzando así también lo hacen nuestras responsabilidades y la necesidad imperiosa de movernos por nuestra ciudad o el país. Usamos el coche porque lo tenemos que usar. ¿Probabilidad de enojo? Pues mientras nos acercamos a los 30 años de edad podemos estar seguros de que la bilis se generará. Mientras nos alejamos de esa edad también lo hacemos de la probabilidad de desesperación.
Volvamos a la transformación. Yo, por lo menos, se que no me comporto así en ninguna de mis facetas de vida. Jugando Grand Theft Auto soy una mejor persona que cuando manejo. Es como regresar a una etapa de nuestro instinto parecida a la que se vivía en los inicios de nuestra especie. Gracias a Ford (Huxley), este cambio es parecido a una borrachera, te subes y se te sube pero al abandonarlo, poco a poco podemos recobrar la normalidad.
Combinemos la información de este último párrafo y adentrémonos más en la metáfora.
Si manejar provoca ese estado mental primitivo, agresivo y falto de raciocinio de la misma manera que el alcohol induce comportamientos de borracho temporales, en una dosis crónica de manejo podemos llegar a un punto en el que ese comportamiento se vuelva la directriz, igual que con los teporochos. ¿Regresar de ese estado? Increíble fuerza de voluntad y no decir "soy un chingón".
Moraleja:
Antes de pelearte con un taxista o con un microbusero, trata de calcularle la edad.
Así podrás saber quien está mas emputado y contabilizar tus probabilidades de éxito.
Pero aguas.
Estos cabrones generalmente (dependiendo de sus años de experiencia) parecen tener un estado mental primitivo, agresivo y falto de raciocinio