La protesta pública / marcha
en si fue poco impresionante, hasta algo aburrida - se sentía a algo así como
llevar serenata con mariachi – lo que cuenta es el detalle, no la música. Se
entonaban porras deportivas sin cesar solo intercambiando los términos
necesarios para la ocasión, combinado con el ocasional júbilo y la adrenalina
de “pertenecer”. Rodeado de frases romantiquísimas y sentir que estas haciendo
algo relevante, algo que te enaltece. Todos queremos “ser parte”, todos queremos
participare en “algo más grande que nosotros”; bien, pero no olvidemos que
también tiene que significar algo, como fenómeno, en nuestras vidas.
El fenómeno que todos perseguimos
(supongo) es que los seres vivos tengamos la oportunidad de perseguir la
felicidad y tratar de encontrar propósito y sentido a nuestras vidas. OK. Me
fui muy lejos, tal vez, pero no es posible perder esto de vista. ¿Qué, de las
cosas que hacemos, realmente nos llevan un paso más cerca de nuestro objetivo,
o remueven las barreras que nos hemos impuesto?
Esa es la segunda razón por
la cual generalmente no atiendo a manifestaciones públicas, pienso que el
avance es tan marginal que no vale la pena, los movimientos sociales
generalmente sucumben ante nuestra forma natural de organizarnos; no pasa nada;
nada nunca cambia. ¿O si? Parece que en términos cuantitativos si, pero
cualitativos no.
Irle a gritar a Televisa sus
verdades a su casa supone generar una voz diferente que contradice el dogma
televisivo, y aprovechando el momento de atención electoral, supone una voz
grande. Parece esto suficientemente loable y digno de intentar.
@sergioem (foto) |
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