lunes, 29 de septiembre de 2008

Prado

Muchos de los libros que los adultos te dan a leer de niño son pura literatura occidental del siglo xix, si chaucer, dumas, Defoe, luisa alcott etc…

Obviamente todo lo que se encontraba ahí escrito era sumamente alejado de mi realidad. Hombrecillos en mallas blandiendo sus rapiers… parte de lo que hacía atractivo leer un libro.

Sin más merodeo, lo interesante de estos libros en este asunto, son las praderas.

 Que raro, pradera, prado, meadow. Una palabra que tanto leí en esa época y nunca pude hacerme una imagen mental que no fuera Heidi corriendo por las mismas, una caricatura.

Crecí entre concreto, ruido de coches y ciertos parches de arboles. En algunos veranos me refugiaba con mis abuelos en el vientre de la selva sub-tropical, maravillosa, pero nada de praderas.

No lo entendí hasta muchos años después, la primera vez que corrí a mis anchas por una pradera verde y amarilla, cerrando los ojos, seguir corriendo hasta no poder más y jamás viendo el fin.

Siento que me quitaron algo y no se quien. Creo que todos los niños deberían tener una pradera para correr algunas veces. Como en la primordial África recibiendo el viento de la sabana en tu cara mientras corres de los leopardos hambrientos.

No hay comentarios.: