martes, 6 de abril de 2010

El Decamerón


El primer libro que leo en meses de un régimen de ensayos, revistas e historietas. Al principio pensé que sería como la divina comedia de Dante, que tras una interminable sobreabundancia de referencias al trecento, que solo un entusiasta del periodo encontraría interesantes, y aunado a un estilo aburridísimo tuve que forzarme a terminarlo de leer como un bocado de masa seca que te atraganta.


En fin, no podía estar más equivocado, ahora solo tengo palabras de aprecio por Bocaccio y su decamerón.


Escapando de la peste bubónica que azota Florencia, diez jóvenes huyen a un idílico bosque y cuentan diez cuentos durante diez días (de ahí el título). Durante los primeros cuentos no podía entender como había bocaccio escapado a la hoguera; orgías de monjas, sacerdotes estafadores y promiscuos, nigromantes y sus conjuros; con fuerza quiere desnudar al hombre y ridiculizar su moral.


Poco a poco va surgiendo la moral que prefiere bocaccio, una en donde la condición social no limita la grandeza de un hombre; el ingenio castiga a la hipocresía; la habilidad es de igual importancia que la providencia; y una frase precisa vale lo mismo que un acto heroico.


Otras veces se asoma el bocaccio viejo-verde desesperado por convencer a las mujeres de que tengan sexo con él y que sí vale aunque haya nacido bastardo. Luego te sorprende siendo un proto-shakespear, fácilmente se muere por amor y le das de comer a tu enemigo el corazón de su esposa. Y el final viene como un arrepentimiento, exaltando a la nobleza, la conmiseración y la rectitud moral.


El Decamerón esta plagado de los vicios del clasismo y sexismo que dominaban la época, pero también de mucho humor (que muchas veces se me escapa) y un incipiente espíritu renacentista.

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