sábado, 10 de mayo de 2008

Harvard researchers say violent games are OK

Regresé a mi cuarto después de ir a buscar una botella de agua a la cocina. Una botella de agua. Apago la luz del pasillo y me encuentro en la oscuridad total, o casi, aún está el sobreviviente de esa lumisosa familia de siete bombillas en mi techo. Se ha negado a morir. A veces pienso que es el papá que sobrevive a sus hijos. Para remediar un poco lo de la botella de agua mencionaré que este es un foco de esos ahorradores de energía. Abro mi celular para ver que hora es y veo 3:33 am. Una visión se apodera de mi y me revela que soy el sobrino del diablo. Si ves un 6:66 am está cabrón, o no sirve tu reloj o fuiste engendrado por Al Pacino. Pero 3:33 am lo ha de ver un chingo de gente. Tal vez sea como el tatara^4nieto de un sobrino tercero de ese guey. Satisfecho, me dispongo a utilizar mis poderes. Para empezar hago una bola de fuego de cerca de un metro de diámetro, la lanzo con toda mi fuerza hacia el maldito espectacular que me trata de vender cosas por mi ventana. La explosión es modesta pero efectiva. Decido que es tiempo de dormir y me acuesto pensando que la religión sería un excelente comic.