lunes, 8 de febrero de 2010

En el Vagón de las Mujeres

El gobierno de la ciudad de México ha decido que los hombres son incapaces de controlarse y así evitar acosar sexualmente a las mujeres que tengan a una muy corta distancia.


Me subo todas las mañanas al metro en el lugar y la hora precisas para que se me permita ser la única persona de sexo masculino en el vagón.


Dos características saltan de esta dimensión desconocida. A las 7 a.m. el metro avanza mayormente en un silencio sepulcral, excepto en este vagón; en mi prejuiciosa mente me imagino atrapado en una jaula de guacamayas, en verdad, una parte más de la encantadora diversidad entre los sexos.


La otra característica sí encuentro detestable. Ocho de cada diez maquillándose. De todas las manías absurdas del homo sapiens para su interacción social, esta es quizá de las peores. Donde muchos ven necesidad, yo solo veo grilletes.


Es imposible pensar en la liberación del humano sin la emancipación de la mujer. Emancipación, no empowerment. Eso sería caminar hacia la otra dirección, remplazar una serie de pendejadas por otras peores, la idea del feminismo.

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