domingo, 11 de noviembre de 2007

De Piojos, Liendres y Ladillas

El segundo vodka tonic siempre resbala mejor. Sin importar los porque ni los como aquí estoy, tomando solo en la barra del bar de Sanborns. Un pequeño hombre en sus cuarentas, de saco rojo y moño negro me ofrece sus clichés. “Que hace un joven como usted aquí tomando solo”.

La respuesta que pasó por mi mente fue: Estoy loco, no es la primera vez que lo hago, como olvidar ese bar en la condesa, música de moda y yo, un periódico y mojitos. La respuesta, solo pude recordar la mejor del catálogo – “Necesito un trago”—“No me diga, trae problema de faldas”—“Sí”—“No me diga”.


La situación desértica del lugar y una posible propina lo conminan a prestar su persona. “Nosotros los cantineros sabemos de esto”.

Le digo una de esas verdades hechas cuento, no sin humor negro que supone hacerme una mejor persona. La sabiduría es derramada y yo nadando en esta irrealidad. Las respuestas a mi dadas por el oráculo son solo mías, por estúpidas.

Así se completa mi catarsis, que no logré ni con alguien que me entiende, poniéndome la máscara de Humphrey Bogart o de cualquier charro mexicano, al son huasteco de José Alfredo Jiménez versión Korg.

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