jueves, 17 de enero de 2008

De Otras Miopías

Discutía con un amigo acerca de mis observaciones sobre las personas que van llegando a la edad madura, su estancia y su posterior status durante la vejez.

Mi punto era que durante el transcurso, todo lo que tiene algún significado en tu vida se estrecha gradualmente hasta llegar a un punto (varía de persona a persona) donde "todo vale verga" y la mente se encasilla en pequeñas estupideces que le dan inercia al siguiente día de vida. Todos los objetos grandiosos de nuestra juventud son solo ideales para ilusionarnos motivarnoscomfortarnos. Esos inmortales inalcanzables como joyce y bach son solo faros que alumbran nuestros pasajes más optimistas.

Mi amigo me dijo que tal vez solo estaba deprimido, que el fantasma del nihilismo se apoderaba de mi porque estaba decepcionado de la vida... Ambos acordamos que la vida podía ser muy decepcionante.

Me encabronó esta posible noción: Tal vez solo estoy deprimido. Por qué no puedo ver Verdad? Que mi ojo arañe algo de la tela. Llenarme el cuerpo de Verdad y llamarla Dios.

Tal vez Hermann Hesse tenga razón y la única verdad a la que podemos acceder esta en nosotros mismos. Encontrarte a ti mismo, conocerte, enfrentarte a ese homúnculo. Destrozos y transformaciones de inigualable violencia. Y solo obtener una pepita de oro.

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