jueves, 18 de octubre de 2007

Mentira




Un día decidí salir de viaje. Tomé mi maleta y la llené con las cosas más indispensables. Quería viajar ligero. También quería viajar lo menos ostentoso posible. Aún no sabía donde iba a parar mi viaje y con la situación de la galaxia, en un total agitamiento revolucionario, uno preferiría quitarse hasta las retinas para evitar a los pinches mutantes. Pedí un taxi a mi casa y aunque en verdad tenía ganas de caminar me dió una hueva tremenda bajar a la superficie o subir al puente más cercano.
-¿Salir del planeta? Jajajaja, amigo, eso no se puede.
Me cagan esos taxistas que gustan de hacerle la plática a completos extraños. ¿Cómo sobreviven con small talk todo el día? Tendrán que tener familias increíblemente interesantes. Luego está también la gente que está desesperada por unos oídos dispuestos a ser cómplices de sus actos. Si, esperan durante horas y personas de distintas razas a que llegue la criatura que andan buscando.
Yo no era uno de ellos así que me limité a sonreír y asentir. Mi decisión era final, me iría de viaje.
Al llegar al aeropuerto me pasó el taxímetro, marcaba 40 Gaias. Dejé que escaneara mi ojo.
-No ha recogido su Campo Magnético? Eso deja ciego compadre!, actualizese.
-No confío en lo nuevo.- Dije sin voltear a verlo.
Me bajé del auto y caminé hasta la banda. El aeropuerto estaba vacío. Militares y yo.
Me acerqué al que tenía puesto el uniforme más brilloso. Le pregunté por alguna manera de salir del planeta.
-No se puede, lo siento.
A pesar de la cortesía mostrada por el elemento de seguridad insistí un poco enojado.
-Mire, todos los vuelos fuera del planeta han sido cancelados desde hace dos semanas. No se puede. Es más, ¿cómo llegó aquí?
Pregunta rara porque durante todo el trayecto nadie intentó ni siquiera detenernos. La ignoré y continué.
-Usted no entiende. Tengo que salir del planeta.
-¿Cuál es la prisa, eh?
Caminé hacia otro guardia.
-¿Donde puedo conseguir un vuelo fuera de planeta?
No bien terminé de hacer mi pregunta cuando los ojos del guardia se tornaron brillosos. Un rojo intenso cubrió lo que antes se adornaba de un blanco impecable. La sangre corrió por sus lagrimales. Su cuerpo perdió la forma y cayó al piso con sonoro estruendo. Mi asombro fue terrible, un hombre había muerto instantáneamente frente a mis ojos. Pensé que era lo mejor. Me hubiera causado mucho mayor impresión observar la agonía de aquel hombre. Cuando volví en mi estaba rodeado de militares. Acto seguido estaba en el piso con un dolor intenso en la espalda, conseguí conservar la conciencia. Se dieron cuenta de mi mirada y arremetieron.
Tiempo después se encontró que el guardia había sufrido un fallo en su bomba de sangre. Hizo explotar sus arterias principales. Gente cambiando sus órganos por máquinas más eficientes, práctica común pero peligrosa.
Caminé fuera del edificio F del aeropuerto. Llamé un taxi que escuchó la dirección a la que tenía que acudir con sorpresa. Gracias a dios no intentó saber nada de mi. Llegué a mi casa y desempaqué. Tomé una cerveza de mi refrigerador y me senté al borde de mi cama.
Tomé mis vacaciones en la contemplación de las actividades más mundanas de mi vida.
Lo pasé muy bien.

1 comentario:

Salvador Alvarado dijo...

El chiva estuvo aqui

Es bueno saber que ya somos mas

Paco
Pape
Escama

Saludos